SEPTIEMBRE 2024 
          1 septiembre 2024 - 22º DOMINGO DURANTE EL AÑO - 
            Mc 7, 1-8.14-15.21-23 
            En aquel tiempo, Se acercaron los fariseos a Jesús, con unos  maestros de la ley que habían llegado de Jerusalén. Éstos, al ver que algunos  discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin haber cumplido  con la ceremonia de lavárselas, los criticaron. (Porque los fariseos y todos  los judíos siguen la tradición de sus antepasados, de no comer sin antes  lavarse las manos debidamente. Y cuando regresan del mercado, no comen sin  antes cumplir con la ceremonia de lavarse. Y aún tienen otras muchas  costumbres, como lavar los vasos, los jarros, las vasijas de metal y las  camas.) Por eso, los fariseos y los maestros de la ley preguntaron: -¿Por qué  tus discípulos no siguen la tradición de nuestros antepasados, sino que comen  con las manos impuras? 
            Jesús les contestó: -Bien  habló el profeta Isaías acerca de lo hipócritas que son ustedes, cuando  escribió: “Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí.  De nada sirve que me rinda culto: sus enseñanzas son mandatos de hombres.” Porque  ustedes dejan el mandato de Dios para seguir las tradiciones de los hombres. 
            Luego Jesús llamó a la gente, y dijo: -Escúchenme todos, y entiendan:  Nada de lo que entra de afuera puede hacer impuro al hombre. Lo que sale del  corazón del hombre es lo que lo hace impuro. 
            Porque  de adentro, es decir, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos,  la inmoralidad sexual, los robos, los asesinatos, los adulterios, la codicia,  las maldades, el engaño, los vicios, la envidia, los chismes, el orgullo y la  falta de juicio. Todas estas cosas malas salen de dentro y hacen impuro al  hombre.  
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          2 septiembre 2024 
            Lc 4, 16-30 
En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, el pueblo donde se  había criado. El sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso  de pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías,  y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor  esta sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres;  me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a  poner libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.” 
Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la  sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí tenían la vista fija en él. Él  comenzó a hablar, diciendo: -Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes  acaban de oír. 
Todos hablaban bien de Jesús y estaban admirados de las  cosas tan bellas que decía. Se preguntaban: -¿No es éste el hijo de José? Jesús  les respondió: -Seguramente ustedes me dirán este refrán: “Médico, cúrate a ti  mismo.” Y además me dirán: “Lo que oímos que hiciste en Cafarnaúm, hazlo  también aquí en tu propia tierra.” 
Y siguió diciendo: -Les aseguro que ningún profeta es bien  recibido en su propia tierra. Verdaderamente, había muchas viudas en Israel en  tiempos del profeta Elías, cuando no llovió durante tres años y medio y hubo  mucha hambre en todo el país; pero Elías no fue enviado a ninguna de las viudas  israelitas, sino a una de Sarepta, cerca de la ciudad de Sidón. También había  en Israel muchos enfermos de lepra en tiempos del profeta Eliseo, pero no fue  sanado ninguno de ellos, sino Naamán, que era de Siria. 
Al oír esto, todos los que estaban en la  sinagoga se enojaron mucho. Se levantaron y echaron del pueblo a Jesús,  llevándolo a lo alto del monte sobre el cual el pueblo estaba construido, para  arrojarlo abajo desde allí. Pero Jesús pasó por en medio de ellos y se fue. 
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          3 septiembre 2024 
            Lc 4, 31-37 
En aquel tiempo, Jesús fue a Cafarnaúm, un pueblo de  Galilea, y los sábados enseñaba a la gente. Y la gente se admiraba de cómo les  enseñaba, porque hablaba con plena autoridad. 
En la sinagoga había un hombre que tenía un demonio o  espíritu impuro, el cual gritó con fuerza: -¡Déjanos! ¿Por qué te metes  con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco, y sé  que eres el Santo de Dios. 
Jesús reprendió a aquel demonio diciéndole: -¡Cállate y  deja a este hombre! Entonces el demonio arrojó al hombre al suelo delante de  todos, y salió de él sin hacerle ningún daño. Todos se asustaron, y se decían  unos a otros: -¿Qué palabras son éstas? Con toda autoridad y poder este hombre  ordena a los espíritus impuros que salgan, ¡y ellos salen! 
Y se hablaba de Jesús por todos los lugares de  la región. 
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          4 septiembre 2024 
            Lc 4, 38-44 
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en casa de Simón. La   suegra de Simón estaba enferma, con mucha fiebre, y rogaron por ella a   Jesús. Jesús se inclinó sobre ella y reprendió a la fiebre, y la fiebre   se le quitó. Al momento, ella se levantó y comenzó a atenderlos. 
Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diferentes   enfermedades los llevaron a Jesús; y él puso las manos sobre cada uno de   ellos, y los sanó. De muchos enfermos también salieron demonios, que   gritaban: - ¡Tú eres el Hijo de Dios! 
Pero Jesús reprendía a los demonios y no los dejaba hablar, porque sabían que él era el Mesías. 
Al amanecer, Jesús salió fuera de la ciudad, a un lugar solitario. Pero   la gente lo buscó, y llegaron a donde él estaba. Querían detenerlo, para   que no se fuera, pero Jesús les dijo: -También tengo que anunciar la   buena noticia del reino de Dios a los otros pueblos, porque para esto   fui enviado. 
Así iba Jesús anunciando el mensaje en las sinagogas del país a los judíos. 
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          5 septiembre 2024 
            Lc 5, 1-11 
En una ocasión, estando Jesús a orillas del lago de Genesaret, se sentía   apretujado por la multitud que quería oír el mensaje de Dios. Jesús vio   dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar   sus redes. Jesús subió a una de las barcas que era de Simón, y le pidió   que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde   allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a   Simón: -Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus   redes, para pescar. 
Simón le contestó: -Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin   pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes. 
Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían.   Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que   fueran a ayudarlos. Ellos fueron y llenaron tanto las dos barcas que les   faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de   rodillas delante de Jesús y le dijo: - ¡Apártate de mí, Señor, porque   soy un pecador! 
Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca   que habían hecho. También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo,   que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: -No tengas   miedo; desde ahora vas a pescar hombres. 
Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús. 
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          6 septiembre 2024 
            Lc  5, 33-39 
            En aquel tiempo, le dijeron a Jesús los fariseos y los  escribas: -Los seguidores de Juan y de los fariseos ayunan mucho y hacen muchas  oraciones, pero tus discípulos siempre comen y beben. 
            Jesús les contestó: - ¿Acaso pueden ustedes hacer  ayunar a los invitados a una boda, mientras el novio está con ellos? Pero  llegará el momento en que se lleven al novio; cuando llegue ese día, entonces  sí ayunarán. 
            También les puso esta comparación: -Nadie corta  un pedazo de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. Si lo hace así,  echa a perder el vestido nuevo, además, el pedazo nuevo no quedará bien con el  vestido viejo. Ni tampoco se echa vino nuevo en cueros viejos, porque el vino  nuevo hace que se revienten los cueros, y tanto el vino como los cueros se  pierden. Por eso hay que echar el vino nuevo en cueros nuevos. Y nadie que toma  el vino añejo quiere después el nuevo, porque dice: “El añejo es más sabroso”.
           
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          7 septiembre 2024 
            Lc 6, 1-5  
Un sábado, Jesús caminaba entre los sembrados. Sus  discípulos   arrancaban espigas de trigo, las desgranaban entre las manos y se    comían los granos. Entonces algunos fariseos les preguntaron: –¿Por qué   hacen  ustedes algo que no está permitido hacer en sábado? 
Jesús les contestó: –¿No han leído ustedes lo que hizo David  en una   ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de    Dios y tomó los panes consagrados a Dios, comió de ellos y dio también a   sus  compañeros, a pesar de que solamente a los sacerdotes se les   permitía comer ese  pan. 
Y añadió: –El Hijo del hombre tiene autoridad  sobre el sábado. 
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          8 septiembre 2024 -23º DOMINGO DURANTE EL AÑO -- Natividad de la Santísima Virgen María -  
            Mc 7, 31-37 
            En aquel tiempo, Jesús  volvió a salir de la región de Tiro y, pasando por Sidón, llegó al Lago de  Galilea, en pleno territorio de Decápolis. Allí le llevaron un sordo y  tartamudo, y le pidieron que pusiera su mano sobre él. Jesús se lo llevó a un  lado, aparte de la gente, le metió los dedos en los oídos y con saliva le tocó  la lengua. Luego, mirando al cielo, suspiró y dijo al hombre: «¡Efatá!» (es decir: «¡Ábrete!»). 
            Al  momento, los oídos del sordo se abrieron, y se le desató la lengua y pudo  hablar bien. Jesús les mandó que no se lo dijeran a nadie; pero cuanto más se  lo mandaba, tanto más lo contaban. Llenos de admiración, decían: «Todo lo hace bien. ¡Hasta puede hacer que los  sordos oigan y que los mudos hablen!»  
            
          Propio de la Natividad de María: 
          Mt  1, 1-16.18-23 
Genealogía de Jesucristo, hijo de David y de Abraham:  Abraham fue padre de Isaac, este lo fue de Jacob y este de Juda y sus  hermanos. 
Judá fue padre de Fares y de Zérah y su madre fue  Tamar. Fares fue padre de Hesrón y éste de Aram. Aram fue padre de Aminadab,  éste lo fue de Nahasón y éste de Salmón. Salmón fue padre de Booz, cuya madre  fue Rahab. Booz fue padre de Obed cuya madre fue Rut. Obed fue padre de Jesé, y  Jesé fue padre del rey David. 
El rey David fue padre de Salomón, cuya madre fue la que había  sido esposa de Urías. Salomón fue padre de Roboam, éste lo fue de Abías y éste  de Asá. Asá fue padre de Josafat, éste lo fue de Joram y éste de Ozías. Ozías  fue padre de Jotam, éste lo fue de Acaz y éste de Ezequías. Ezequías fue padre  de Manasés, éste lo fue de Amón y este de Josías. Josías fue padre de Jeconías  y de sus hermanos, en el tiempo en que los israelitas fueron llevados cautivos  a Babilonia. 
Después de la cautividad, Jeconías fue padre de Salatiel y  éste de Zorobabel. Zorobabel fue padre de Abihud, éste lo de Eliaquim  y éste de Azor. Azor fue padre de Sadoc, éste lo fue de Aquim y éste de Eliud.  Eliud fue padre de Eleazar, éste lo fue de Matán y éste de Jacob. 
Jacob fue padre de José, el marido de María, y ella fue  madre de Jesús, al que llamamos Mesías. 
El origen de Jesucristo fue éste: María, su madre, estaba  comprometida para casarse con José; pero antes que vivieran juntos, se encontró  encinta por el poder del Espíritu Santo. José su marido, que era un hombre  justo y no quería denunciar públicamente a María, decidió separarse de ella en  secreto. Ya había pensado hacerlo así, cuando un ángel del Señor se le apareció  en sueños y le dijo: «José, descendiente de David, no tengas miedo de tomar a  María por esposa, porque su hijo lo ha concebido por el poder del Espíritu  Santo. María tendrá un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Se llamará así  porque salvará a su pueblo de sus pecados.» 
Todo sucedió para que se cumpliera lo que el  Señor había dicho por medio del profeta: “La virgen quedará encinta y tendrá un  hijo, al que pondrán por nombre Emanuel” (que significa: “Dios con nosotros”). 
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          9 septiembre 2024 
            Lc 6, 6-11 
Un sábado, Jesús entró a la sinagoga y comenzó a enseñar. Había en ella   un hombre que tenía la mano derecha tullida; y los maestros de la ley  y   los fariseos espiaban a Jesús para ver si lo sanaría en sábado, y así   tener algún pretexto para acusarlo. Pero él, que sabía lo que estaban   pensando, le dijo al hombre que tenía la mano tullida: -Levántate y   ponte ahí en medio. 
El hombre se levantó y se puso de pie, y Jesús dijo a los otros: -Les   voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido hacer en sábado: el bien o   el mal? ¿Salvar una vida o destruirla? 
Luego miró a todos los que lo rodeaban, y dijo a aquel hombre: -Extiende la mano. 
El hombre lo hizo así, y su mano quedó sana. Pero los otros se enojaron   mucho y comenzaron a discutir qué podrían hacer contra Jesús. 
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          10 septiembre 2024  
            Lc 6, 12-19 
En aquel tiempo, Jesús se fue a un cerro a orar, y pasó toda  la noche   orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y  escogió   a doce de ellos, a quienes llamó apóstoles. Estos fueron: Simón, a    quien puso también el nombre de Pedro; Andrés, hermano de Simón;   Santiago,  Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de   Alfeo; Simón al que  llamaban el celote, Judas, hijo de Santiago, y   Judas Iscariote, que fue quien  traicionó a Jesús. 
Jesús bajó del cerro con ellos y se detuvo en un  llano. Se habían   juntado allí muchos de sus seguidores y mucha gente de toda la  región   de Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y Sidón. Habían  llegado   para oír a Jesús y para que los curara de sus enfermedades. Los que    sufrían a causa de espíritu inmundos también quedaban sanos. Así que   toda la  gente quería tocar a Jesús, porque los sanaba a todos con el   poder que de él  salía. 
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          11 septiembre 2024 
            Lc 6, 20-26 
En aquel tiempo, Jesús miró a sus discípulos, y  les dijo:   «Dichosos ustedes los pobres, pues de ustedes es el reino de Dios.    Dichosos ustedes los que ahora tienen hambre, pues quedarán satisfechos.    Dichosos ustedes los que ahora lloran, pues después reirán. Dichosos   ustedes  cuando la gente los odie, cuando los expulsen, cuando los   insulten y cuando  desprecien su nombre como cosa mala, por causa del   Hijo del hombre. Alégrense  mucho, llénense de gozo en ese día, porque   ustedes recibirán un gran premio en  el cielo; pues también así   maltrataron los antepasados de esa gente a los  profetas. Pero ¡Ay de   ustedes los ricos, pues ya han tenido su alegría! ¡Ay de  ustedes los   que ahora están satisfechos, pues tendrán hambre! ¡Ay de ustedes  los   que ahora ríen, pues van a llorar de tristeza! ¡Ay de ustedes cuando   todo  el mundo los alabe, pues así hacían los antepasados de esa gente   con los  falsos profetas!» 
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          12 septiembre 2024 
            Lc  6, 27-36 
            En  aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «A ustedes que me escuchan les digo:  Amen a sus enemigos, hagan bien a quienes los odian, bendigan a quienes los  maldicen, oren por quienes los insultan. Si alguien te pega en una mejilla,  ofrécele también la otra; y si alguien te quita la capa, déjale que se lleve  también tu camisa. A cualquiera que te pida algo, dáselo, y al que te  quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Hagan ustedes con los demás como  quieren que los demás hagan con ustedes. Si ustedes aman solamente a quienes  los aman a ustedes, ¿qué hacen de extraordinario? Hasta los pecadores se portan  así. Y si hacen bien solamente a quienes le hacen bien a ustedes, ¿qué tiene  eso de extraordinario? También los pecadores se portan así. Y si dan prestado  sólo a aquellos de quienes piensan recibir algo, ¿qué hacen de extraordinario?  También los pecadores se prestan unos a otros, esperando recibir unos de otros.  Ustedes deben amar a sus enemigos, y hacer el bien, y dar prestado sin  esperar nada a cambio. Así será grande su recompensa, y ustedes serán hijos del  Dios Altísimo, que es también bondadoso con los desagradecidos y los malos.  Sean ustedes compasivos, como también su Padre es compasivo.» 
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          13 septiembre 2024 
            Lc  6, 37-42 
            En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No juzguen a  otros, y Dios no los juzgará a ustedes. No condenen a otros, y Dios no los  condenará a ustedes. Perdonen, y Dios los perdonará. Den a otros, y Dios les  dará a ustedes. Les dará en su bolsa una medida buena, apretada, sacudida y  repleta. Con la misma medida con que ustedes den a otros, Dios les devolverá a  ustedes.» 
            Jesús les puso esta comparación: «¿Acaso puede un ciego  servir de guía a otro ciego?¿No caerán los dos en algún hoyo? Ningún  discípulo es más que su maestro: cuando termine sus estudios llegará a ser  como su maestro. 
            ¿Por qué te pones a mirar la astilla que tiene  tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tienes en el tuyo? Y si no  te das cuenta del tronco que tienes en tu propio ojo, ¿cómo te atreves a decir  a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla que tienes en el ojo”?  ¡Hipócrita!, saca primero el tronco de tu propio ojo, y así podrás ver bien  para sacar la astilla que tiene tu hermano en el suyo.
           
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          14 septiembre 2024 - La Exaltación de la Santa Cruz -  
            Jn 3, 13-17 
            En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo; es decir, el Hijo del hombre. Y así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también el Hijo del hombre tiene que ser levantado, para que todo el que crea en él tenga vida eterna. 
            Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. 
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          15 septiembre 2024 - 24º DOMINGO DURANTE EL AÑO - - Nuestra Señora de los Dolores -  
            Mc 8, 27-35 
            En aquel tiempo, Jesús  y sus discípulos fueron a las aldeas de la región de Cesarea de Filipo. En el  camino, Jesús preguntó a sus discípulos: -¿Quién dice la gente que soy yo?  Ellos contestaron: -Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros dicen que  eres Elías, y otros dicen que eres uno de los profetas. 
            -Y ustedes,  ¿quién dicen que soy? –les preguntó. Pedro le respondió: -Tú eres el Mesías. 
            Pero Jesús les  ordenó que no hablaran de él a nadie. 
            Jesús comenzó a  enseñarles que el Hijo del hombre tendría que sufrir mucho, y que sería  rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros  de la ley. Les dijo que lo iban a matar, pero que resucitaría a los tres días.  Esto se lo advirtió claramente. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a  reprenderlo. Pero Jesús se volvió, miró a los discípulos y reprendió a Pedro  diciéndole: -¡Apártate de mí, Satanás! Tú no ves las cosas como las ve Dios,  sino como las ven los hombres. 
            Luego  Jesús llamó a sus discípulos y a la gente, y dijo: -Si alguno quiere ser  discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz y sígame. Porque el que  quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía y  por aceptar el evangelio, la salvará.  
          Propio de Nuestra Señora d elos Dolores: 
          Jn 19, 25-27 
En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre,  y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena. Cuando  Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho,  dijo a su madre:  
- Mujer, ahí tienes a tu hijo. 
Luego le dijo al discípulo: 
- Ahí tienes a tu madre. 
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          16 septiembre 2024 
            Lc 7, 1-10 
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente,  se fue a   Cafarnaúm. Vivía allí un capitán romano que tenía un criado al que    estimaba mucho, el cual estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el   capitán  oyó hablar de Jesús, mandó a unos ancianos de los judíos a   rogarle que fuera a  sanar a su criado. Ellos  se presentaron  a Jesús y   le rogaron mucho, diciendo: - Este capitán merece que lo ayudes,    porque ama a nuestra nación y él mismo hizo construir nuestra sinagoga. 
Jesús fue con ellos,   pero cuando ya estaban cerca de la casa, el   capitán mandó unos amigos a  decirle: “Señor, no te molestes, porque yo   no merezco que entres en mi casa;  por eso, ni siquiera me atreví a ir   en persona a buscarte. Solamente da la  orden, para que sane mi criado.   Porque yo mismo estoy bajo órdenes superiores,  y a la vez tengo   soldados bajo mi mando. Cuando le digo a uno de ellos que  vaya, va;   cuando le digo a otro que venga, viene; y cuando mando a mi criado  que   haga algo, lo hace”. 
Jesús se quedó admirado al oír esto, y mirando a la gente  que lo seguía   dijo: -Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta  fe   como en este hombre. 
Al regresar a la casa, los enviados encontraron  que el criado ya estaba sano. 
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          17 septiembre 2024 
            Lc 7, 11-17 
En aquel tiempo, Jesús se dirigió a un pueblo llamado Naín.    Iba acompañado de sus discípulos y de mucha gente. Al llegar cerca del   pueblo,  vio que llevaban a enterrar a un muerto, hijo único de su   madre, que era viuda.  Mucha gente del pueblo la acompañaba. Al verla,   el Señor tuvo compasión de ella  y le dijo: -No llores. 
En seguida se acercó y tocó la camilla, y los que la    llevaban se detuvieron. Jesús le dijo al muerto: -Joven, a ti te digo:    ¡Levántate! 
Entonces el que había estado muerto se sentó y comenzó a    hablar, y Jesús se lo entregó a la madre. Al ver esto, todos tuvieron   miedo y  comenzaron a alabar a Dios diciendo: -Un gran profeta ha   aparecido entre  nosotros. 
También decían: -Dios ha venido a ayudar a su pueblo. 
Y por toda Judea y sus alrededores se supo lo  que había hecho Jesús. 
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          18 septiembre 2024 
            Lc 7, 31-35 
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¿A qué compararé  la gente de este tiempo? ¿A qué se parece? Se parece a los niños que se sientan  a jugar en la plaza y gritan a sus compañeros: “Tocamos la flauta, pero ustedes  no bailaron; cantamos canciones tristes, pero ustedes no lloraron”. Porque vino  Juan el Bautista, que ni come pan ni bebe vino, y ustedes dicen que tiene un  demonio. Luego ha venido el Hijo del hombre, que come y bebe, y ustedes dicen  que es glotón y bebedor, amigo de gente de mala fama y de los que cobran  impuestos para Roma. Pero la sabiduría de Dios se demuestra por todos sus  resultados.» 
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          19 septiembre 2024 
            Lc  7, 36-50 
            En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer, y Jesús  fue a su casa. Estaba sentado a la mesa, cuando una mujer de mala vida, que  vivía en el mismo pueblo y que supo que Jesús había ido a comer a casa del  fariseo, llegó con un frasco de alabastro lleno de perfume. Llorando, se puso  junto a los pies de Jesús y comenzó a bañarlos con lágrimas. Luego los secó con  sus cabellos, los besó y derramó sobre ellos el perfume. El fariseo que había  invitado a Jesús, al ver esto, pensó: “Si este hombre fuera de veras un  profeta, se daría cuenta de qué clase de persona es ésta que lo está  tocando: una mujer de mala vida.” Entonces Jesús le dijo al fariseo: -Simón,  tengo algo que decirte. 
            El fariseo contestó: -Dímelo, Maestro. Jesús siguió: - Dos  hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y  el otro cincuenta; y como no le podía pagar, el prestamista les perdono la  deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de ellos le amará más? 
            Simón le contestó: -Me parece que el hombre a quien más le  perdonó. Jesús le dijo: -Tienes razón. 
            Entonces, mirando a la mujer, Jesús dijo a Simón: -¿Ves esta  mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; en cambio, esta  mujer me ha bañado los pies con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos.  No me saludaste con un beso, pero ella, desde que entré, no ha dejado de  besarme los pies. No me pusiste ungüento en la cabeza, pero ella ha derramado  perfume sobre mis pies. Por esto te digo que sus pecados son perdonados, porque  amó mucho; pero la persona a quien poco se le perdona, poco amor muestra. 
            Luego dijo a la mujer: -Tus pecados te son perdonados. 
            Los otros invitados que estaban allí, comenzaron a  preguntarse: -¿Quién es éste, que hasta perdona pecados? 
            Pero Jesús añadió, dirigiéndose a la mujer: -Por  tu fe has sido salvada; vete tranquila.  
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          20 septiembre 2024 
            Lc 8, 1-3 
En aquel tiempo, Jesús andaba por muchos pueblos  y aldeas, anunciando   la buena noticia del reino de Dios. Los doce apóstoles lo  acompañaban,   como también algunas mujeres que él había curado de espíritus  malignos y   enfermedades. Entre ellas iba María, la llamada Magdalena, de la que    habían salido siete demonios; también Juana, esposa de Cuza, el que era    administrador de Herodes; y Susana; y muchas otras que los ayudaban con   lo que  tenían. 
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          21 septiembre 2024 - San Mateo, apóstol y evangelista - 
            Mt 9, 9-13 
            En aquel tiempo, Jesús vio al pasar a un hombre llamado Mateo, que  estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le  dijo: -Sígueme. 
            Entonces Mateo se levantó y lo siguió.  
            Sucedió que Jesús estaba comiendo en la casa, y muchos de los que cobraban  impuestos para Roma, y otra gente de mala fama, llegaron y  se sentaron también a la mesa junto con Jesús  y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: -  ¿Cómo es que su maestro come con cobradores de impuestos y pecadores? 
            Jesús los oyó y les  dijo: -Los que están buenos y sanos no necesitan médico, sino los  enfermos.  Vayan y aprendan el  significado de estas palabras: “Lo que quiero es que sean compasivos, y no que  ofrezcan sacrificios”. Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los  pecadores. 
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          22 septiembre 2024 - 25º Domingo del tiempo ordinario - 
            Mc 9, 30-37 
            En aquel tiempo,  Jesús y sus discípulos pasaron por Galilea. Pero Jesús no quiso que nadie lo  supiera, porque estaba enseñando a sus discípulos. Les decía: -El Hijo del  hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero tres días  después resucitará. Ellos no entendían lo que les decía, y tenían miedo de  preguntarle. 
            Llegaron a la  ciudad de Cafarnaúm. Cuando ya estaba en casa, Jesús les preguntó: -¿Qué venían  discutiendo ustedes por el camino? Pero se quedaron callados, porque en el  camino habían discutido quién de ellos era el más importante. Entonces Jesús se  sentó, llamó a los doce y les dijo: -Si alguien quiere ser el primero, deberá  ser el último de todos, y servirlos a todos. 
            Luego  puso un niño en medio de ellos, y tomándolo en brazos les dijo: -El que recibe  en mi nombre a un niño como éste, me recibe a mí, no solamente a mí me recibe,  sino también a aquel que me envió.  
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          23 septiembre 2024 
            Lc 8, 16-18 
En aquel tiempo, Jesús dijo a la gente: «Nadie  enciende una lámpara   para después taparla con algo o ponerla debajo de  la cama, sino que la   pone en alto, para que tengan luz los que entran. De  la misma manera,   no hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada  secreto que   no llegue a conocerse y ponerse en claro. Así pues, oigan bien,  pues al   que tiene se le dará más; pero al que no tiene, hasta lo que cree tener    se le quitará.» 
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          24 septiembre 2024 
            Lc 8, 19-21 
En aquel tiempo, la madre y los hermanos de Jesús se    presentaron donde él estaba, pero no pudieron acercarse a él porque   había mucha  gente. Alguien avisó a Jesús: -Tu madre y tus hermanos   están ahí fuera, y  quieren verte. 
Él contestó: -Los que oyen el mensaje de Dios  y lo ponen en práctica, ésos son mi madre y mis hermanos. 
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          25 septiembre 2024 
            Lc 9, 1-6 
En aquel tiempo, Jesús reunió a sus doce discípulos, y les  dio poder y autoridad para expulsar toda clase de demonios y para curar  enfermedades. Los envió a los enfermos. Les dijo: -No lleven nada para el  camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni ropa de repuesto. En  cualquier casa donde lleguen, quédense hasta que se vayan del lugar. Y si en  algún pueblo no los quieren recibir, salgan de él y sacúdanse el polvo de los  pies, para que les sirva a ellos de advertencia. 
Salieron ellos, pues, y fueron por todas las  aldeas, anunciando la buena noticia y sanando las enfermos. 
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          26 septiembre 2024 
            Lc 9, 7-9 
En aquel tiempo, el rey Herodes oyó hablar de todo lo que sucedía; y no   sabía que pensar, porque unos decían que Juan había resucitado, otros   decían que había aparecido el profeta Elías, y otros decían que era   alguno de los antiguos profetas, que había resucitado. Pero Herodes   dijo: -Yo mismo mandé que le cortaran la cabeza a Juan. ¿Quién será   entonces este, de quien oigo contar tantas cosas? 
Por eso Herodes procuraba ver a Jesús. 
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          27 septiembre 2024 
            Lc  9, 18-22 
            Un día en que Jesús estaba orando solo, y sus discípulos  estaban con él, les preguntó: -¿Quién dice la gente que soy yo? 
            Ellos contestaron: -Algunos dicen que eres Juan el Bautista,  otros dicen que eres Elías, y otros dicen que eres uno de los antiguos  profetas, que ha resucitado. 
            -Y ustedes, ¿quién dicen que soy? –les preguntó. 
            Y Pedro le respondió: -Eres el Mesías de Dios. 
            Pero Jesús les encargó mucho que no dijeran esto  a nadie. Y les dijo: -El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será  rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros  de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
           
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          28 septiembre 2024 
            Lc 9, 43b-45 
            En aquel tiempo, mientras todos se maravillaban de lo que  Jesús hacía,   él dijo a sus discípulos: –Oigan bien esto y no lo olviden: el  Hijo del   hombre va a ser entregado en manos de los hombres. 
Pero ellos no entendían lo que les decía, pues  todavía no se les había   abierto el entendimiento para comprenderlo; además  tenían miedo de   pedirle a Jesús que se lo explicara. 
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          29 septiembre 2024 -26º Domingo del tiempo ordinario -- Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael -  
            Mc 9, 38-43.45.47-48 
            En aquel tiempo, Juan  le dijo a Jesús: -Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu  nombre, y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros. 
            Jesús contestó: -No  se lo prohíban, porque nadie que haga un milagro en mi nombre podrá luego  hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor.  Cualquiera que les dé a ustedes aunque sólo sea un vaso de agua por ser ustedes  de Cristo, les aseguro que tendrá su premio. A cualquiera que haga caer en  pecado a uno de estos pequeños que creen en mí, mejor le sería que lo echaran  al mar con una gran piedra de molino atada al cuello. Si tu mano te hace caer  en pecado, córtatela; es mejor que entres manco en la vida, y no que con las  dos manos vayas a parar al infierno, donde el fuego no se puede apagar. 
            Y si tu pie te hace caer en pecado, córtatelo; es mejor que entres cojo a la  vida, y no  que con los dos pies seas  arrojado al infierno.  Y si tu ojo te  hace caer en pecado, sácatelo; es mejor que entres con un solo ojo en el reino  de Dios, y no que con los dos seas arrojado al infierno, donde los gusanos no  mueren y el fuego no se apaga. 
            Porque  todos serán salados con fuego.  
          Propio de los Arcángeles: 
          Jn 1, 47-51 
En aquel tiempo, cuando Jesús vio acercarse a Natanael,  dijo: - Aquí viene un verdadero israelita, en quien no hay engaño. 
Natanael le preguntó: -¿Cómo es que me conoces? 
Jesús le respondió: -Te vi antes que Felipe te llamara,  cuando estabas debajo de la higuera.  
Natanael le dijo: -Maestro, ¡Tú eres el Hijo de Dios, tú  eres el Rey de Israel! 
Jesús le contestó: -¿Me crees solamente porque te he dicho  que te vi debajo de la higuera? Pues vas a ver cosas más grandes que éstas. 
También dijo Jesús: -Les aseguro que ustedes  verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el  Hijo del hombre.  
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          30 septiembre 2024 
            Lc  9, 46-50 
            En aquel tiempo, los discípulos comenzaron a discutir quién  de ellos sería el más importante. Jesús, al darse cuenta de lo que estaban  pensando, tomó a un niño, lo puso junto a él y les dijo: -El que recibe a este  niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me  envío. Por eso, el más insignificante entre todos ustedes, ése es el más  importante. 
            Juan le dijo: -Maestro, hemos visto a uno que expulsaba  demonios en tu nombre; y tratamos de impedírselo, porque no es de los nuestros. 
            Jesús le contestó: -No se lo prohíban, porque el  que no está con nosotros, está a nuestro favor.  
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