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SAN FRANCISCO JAVIER
Patrono de las misiones

En el norte de España, en un pequeño pueblo llamado Javier, había un castillo propiedad de don Juan de Jaso. Allí en el año 1500, nació Francisco, el hijo más pequeño de la familia.
Francia y España estaban en guerra y don Juan había perdido sus bienes en la lucha y murió cuando Francisco tenía 9 años. Miguel y Juan, los hermanos mayores eligieron la carrera de las armas, pero Francisco que tenía corazón de caballero, decidió estudiar y en 1525 se despidió de su familia y se fue a estudiar a la Sorbona, Francia, el colegio más famoso de estudios superiores, ya que él quería llegar a altos puestos y ser importante.
Allí como compañero de habitación tenía a un joven que estaba rengo a causa de una herida de guerra. Ese muchacho era Ignacio, de la ciudad de Loyola, y Francisco se burlaba de él y lo imitaba al caminar. Ignacio no decía nada y ofrecía a Jesús esa burla por su conversión. Poco a poco, Francisco se fue dando cuenta de que su compañero soportaba las burlas de otros también y seguía tratando bien a todos, por lo que decidió hacerse amigo de Ignacio, quien empezó a hablarle de Jesús a su nuevo amigo. También, a otros cuatro compañeros, con los que empezaron a rezar y a meditar la palabra de Dios. Cuando terminaron el curso, guiados por Ignacio, decidieron formar una congregación: la «Compañía de Jesús». Hicieron un retiro de cuarenta días y consagraron su vida a Dios haciendo votos de pobreza, de castidad y de obediencia.
Francisco se ofreció para ir a las misiones a evangelizar a los que no conocen a Jesús. Embarcó en Lisboa y, después de un año de viajar, llegó a la isla de Mozambique; se instaló en una humilde vivienda junto al hospital para poder atender más y mejor a los enfermos. Después se fue a Goa, ciudad de la India, en donde visitó a los presos y a los enfermos y donde recorrió las calles con una campanita para llamar a los niños y a los esclavos a la catequesis. Por la noche, estudiaba la lengua de los nativos para hablarles en su propio idioma. Él tuvo siempre en su corazón un gran deseo: llegar a todos los lugares de Oriente donde no conocieran a Jesús. Recorrió pueblos enteros, regiones alejadas y zonas muy peligrosas.
Francisco conquistó los corazones de todos por su constancia y por su bondad. Murió el 3 de diciembre de 1552 antes de llegar a China.

 
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