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SAN FRANCISCO DE ASÍS
Un instrumento de la paz

Francisco de Asís nació el 5 de julio de 1182. Era hijo de un rico comerciante de la ciudad que formaba parte de la burguesía de Asís y que viajaba constantemente a Francia a las ferias locales. Francisco recibió la educación acomodada de la época. De joven se caracterizó por su vida despreocupada: no tenía reparos en hacer gastos cuando andaba en compañía de sus amigos. Como era hijo de pudientes, él tenía ambiciones de ser exitoso.
Sin embargo, un día sintió en su corazón una voz que lo llamaba para una tarea muy especial: reconstruir la Iglesia. Empezó a mostrar una conducta de desapego a lo terrenal. Pasaba muchas horas meditando y orando solo. Como lo veían un poco raro, sus amigos le preguntaron si estaba enamorado o si estaba pensando en casarse, a lo que él respondió: «Están en lo correcto, pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de ustedes conoce otra igual». Francisco se refería a la «dama de la pobreza». Él ya había decidido ser pobre para siempre.
Su padre, al darse cuenta de la decisión de su hijo, fue enojado en su búsqueda, pero Francisco estaba escondido y no lo halló. Todos pensaban que había enloquecido: «¿Cómo puede ser que el hijo de un negociante tan rico quiera rechazar así la fortuna de su padre?». Un mes después fue él mismo quien decidió encarar a su padre. En el camino hacia su casa, las personas con las que se encontraba lo trataban muy mal y, creyéndolo un loco, le gritaban y le tiraban piedras.
Su padre lo reprendió severamente, tanto que lo encadenó y lo encerró en un calabozo. Pero cuando este partió de viaje de negocios, la madre lo libró de las cadenas. Finalmente, Francisco se despojó de todas sus ropas y se vistió con una túnica andrajosa de tela marrón, atada con un cordón a la cintura. Se fue a vivir a una cueva, en donde había una pequeña capilla abandonada, que empezó a reconstruir con paciencia. Transcurridos unos pocos meses, empezaron a sumarse otros discípulos, que llegaban a ese lugar queriendo amar la pobreza y aprender a vivir como Jesús. Vivían trabajando en el campo, cuidando a los leprosos, empleándose en faenas humildes para los monasterios y casas particulares, y trabajando para granjeros. Salían a las calles de dos en dos a pedir limosna para comer, y a predicar el Evangelio.
Francisco fue un signo muy importante para la Iglesia de su época, porque les recordaba a todos la importancia de la pobreza y de la pequeñez. Era conocido como el «pobrecito de Asís», y en consecuencia, su nombre se fue haciendo grande por toda Europa.
Francisco amaba la naturaleza y la contemplación. Comprendía el lenguaje de los animales y llamaba «hermanas» a la luna, el sol y a toda la creación. Era un gran poeta y cantor, y solía componer canciones que cantaba con sus hermanos del convento.
Murió pobre como vivió el 3 de octubre de 1226 a la edad de 44 años.
Su fiesta se celebra el 4 de octubre.

 
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