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BEATO SANTIAGO ALBERIONE
Misionero de la comunicación social

Nació el 4 de abril de 1884 en Piamonte, Italia, en una familia de campesinos pobres. Desde muy pequeño, quería ser sacerdote e ingresó en el seminario a los 16 años. Fue ordenado sacerdote en 1907 y, en 1908, recibió el título de teólogo. Él sentía en su corazón la urgencia de hacer «algo» por el Señor y por los hombres del nuevo siglo (siglo XX). Su gran vocación fue la de llevar el Evangelio a todos los hombres a través de los medios de comunicación modernos. Él se daba cuenta de que no solo había que evangelizar con los libros, sino también con los diarios y con las revistas, con la radio y con la televisión... Realizó 24 viajes alrededor del mundo y quedó deslumbrado por la cantidad de países en los que aún no conocían a Jesús, así que repetía con insistencia: «¡Me lanzo adelante! No hay que pensar en cuánto se ha hecho, sino más bien en cuánto queda por hacer».
Se destaca la misión profética del padre Santiago Alberione, puesto que anticipándose al Concilio Vaticano II, él, en 1914, fundó la «Familia Paulina» (10 institutos, entre los cuales se encuentran las Hijas de San Pablo (Paulinas), la Sociedad de San Pablo (Paulinos) y la Asociación de Cooperadores Paulinos, con el fin de llevar el Evangelio a los hombres y mujeres de todo el mundo a través de los medios de comunicación social.
Fue un gran hombre de «nuestro tiempo», un trabajador incansable, iluminado por la oración profunda. Su carisma y voluntad de acción lo llevaron a difundir la Palabra y fue logrando aunar lo humano y lo sobrenatural con admirable armonía. Su gran pasión fue Cristo, y no se cansó de comunicar la Buena Noticia del Evangelio, a través de todos los medios que encontraba a su alcance. Murió a los 87 años, el 26 de noviembre de 1971. Desde el cielo, no se cansa de alentarnos a ser comunicadores de la Buena Noticia. Es por eso por lo que Juan Pablo II lo nombró «patrono de Internet», poniendo bajo su amparo este medio de comunicación de nuestro tiempo.

Santiago Alberione nos muestra el alcance de su misión con estas palabras: «Desde la casa del Padre, me preocuparé de los comunicadores y de todos aquellos que trabajan con los medios más modernos y eficaces, especialmente la prensa, el cine, la radio y la televisión, para la promoción de los hombres».
 
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