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Las personas que ya murieron y participan de la vida de Dios para siempre. Ellos están en el cielo junto a Dios y a María, e interceden por nosotros, para que también seamos santos.
¡El cielo está lleno de santos! ¡Son tantos! ¡No nos podemos imaginar cuántos! A algunos los conocemos porque están en los altares o en las estampitas. Estos son los santos a los que la Iglesia «reconoce» su santidad, porque la ha probado estudiando e investigando su vida. A estos santos les rendimos culto y devoción y la Iglesia nos los propone como modelos para imitar en el seguimiento de Cristo. |
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